En el paso fronterizo egipcio de Rafah, filas de cientos de camiones cargados de ayuda esperan desde hace semanas para entrar en Gaza, y un almacén está lleno de mercancías rechazadas por los inspectores israelíes, desde equipos para analizar el agua hasta kits médicos para atender partos, según declararon este sábado dos senadores estadounidenses tras una visita a la frontera.
Los senadores Chris Van Hollen y Jeff Merkley señalaron que el engorroso proceso está ralentizando la ayuda para la población palestina en el asediado territorio, en gran parte debido a las inspecciones israelíes de los cargamentos de ayuda, con rechazos aparentemente arbitrarios de equipo humanitario vital. Afirmaron que el sistema para garantizar que las entregas de ayuda a Gaza no sean afectadas por las fuerzas israelíes está totalmente roto.
Lo que me impresionó ayer fueron las filas de camiones retenidos que se extienden por kilómetros. No pudimos contarlos, pero eran cientos, dijo Merkley en una sesión informativa con Van Hollen ante un grupo de periodistas en El Cairo.
Estados Unidos ha presionado durante semanas a Israel para que permita la entrada en Gaza de mayor cantidad de alimentos, agua, combustible, medicinas y otros suministros, y el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el 22 de diciembre una resolución en la que pedía un aumento inmediato de las entregas. Hace tres semanas, Israel abrió su paso fronterizo de Kerem Shalom a Gaza, añadiendo un segundo punto de entrada de ayuda después de Rafah.
Aun así, el flujo de camiones no ha aumentado significativamente. Según datos de la ONU, esta semana entraron una media de 120 camiones diarios por Rafah y Kerem Shalom, muy por debajo de los 500 camiones de mercancías que entraban diariamente antes de la guerra y muy por debajo de lo que, según los grupos de ayuda, se necesita.
Aparte de la pequeña cantidad de ayuda a través de los pasos fronterizos, Israel ha prohibido la entrada de suministros desde que comenzó su ofensiva contra Gaza hace tres meses, con el objetivo de destruir a Hamás tras su ataque del 7 de octubre contra Israel.
El resultado ha sido una catástrofe humanitaria para los 2.3 millones de palestinos del territorio.
Casi toda la población depende de los camiones que cruzan la frontera para sobrevivir. Según la ONU, uno de cada cuatro palestinos de Gaza pasa hambre y el resto se enfrenta a niveles críticos de hambruna. Más del 85 por ciento de la población de Gaza ha sido expulsada de sus hogares por los bombardeos y las ofensivas terrestres israelíes. La mayoría vive en hacinados refugios de la ONU, en tiendas de campaña o en la calle. Los pocos hospitales que funcionan están desbordados de heridos y pacientes en medio de brotes de enfermedades, ante el colapso de los sistemas de saneamiento.